Tú eres imbécil. O un malnacido. O las dos cosas. Cuando la tierra arde.

Era de noche cuando una vibración insistente en mi teléfono móvil me sobresaltó. Un mensaje, otro, otro más, todos con el mismo contenido: fuego. La tierra arde.

Estas fotografías no son mías, algunas las tomaron mis amigas y amigos desde su hogar, otras las reenviaron. Quiero dar las gracias a quienes tuvieron un momento para retransmitir. La situación deja sin palabras:


Desde una calle de un pequeño pueblo, esta era la apocalíptica visión:



Durante los días siguientes, hasta cuatro incendios simultáneos arrasaban Valencia. Demasiado cerca de las poblaciones, demasiado cerca de espacios de alto valor ecológico. Demasiadas hectáreas calcinadas, demasiadas muertes, demasiados seres que han quedado huérfanos de hogar, demasiados pasos agigantados hacia una desertización sin aparente recuperación... Y todo porque en este mundo, desgraciadamente, hay demasiada mala gente. Porque todos estos incendios tuvieron la mano humana detrás.


Este blog siempre ha estado destinado a las buenas vibraciones, al amor a la naturaleza, a la transmisión del cariño y la pasión por el mundo que nos rodea, y por ende, nunca había pensado en mandar un sólo mensaje negativo. El mundo ya es un lugar de por sí difícil y tenebroso, como para complicarlo más con malas acciones.
Pero comprenderéis que, ante un acto que yo calificaría de terrorismo puro y duro, no puedo permanecer impasible.

Así que, a todas estas personas que no miran más allá de su ombligo, y eso es decir demasiado, les quiero mandar este mensaje.



 La vida me ha enseñado algo, y es que clasificar a las personas por fuera, a efectos prácticos, no sirve para nada; hay que mirar lo que cada quién lleva dentro para saber lo que podrá dar de sí. Así pues, no vale la pena clasificar en jóvenes o viejos, hombres o mujeres, negros, blancos, amarillos, verdes... 

A efectos de ver qué lleva cada quién en su interior, he llegado a la conclusión de que hay personas que pueden clasificarse como más conscientes, en camino hacia la consciencia, y sin conciencia ni ganas de tenerla.
Dentro de este grupo, en lo que se refiere a los incendios forestales, están los imbéciles y los malnacidos.


¿Qué es un imbécil? Un imbécil es una persona que cree que las normas no sirven absolutamente para nada.

A mí ningún rojo/ecologista/tocapelotas de mierda/inserte aquí alguna otra lindeza va a venir aquí a decirme a mí lo que tengo que hacer, suele ser lo que suele decir esta clase de personas. Y acto seguido, decide que un bonito día de poniente, en el que el viento sopla fuerte y el ambiente está más seco que la mojama, es el momento perfecto para quemar rastrojos, o hacer una barbacoa (oye, me apetece y no me voy a esperar),o incluso ¡para lanzar un castillo de fuegos artificiales). Porque sí. Porque esto es Valencia y aquí quemamos cosas, sea la época del año que sea. ¡No nos vamos a limitar a las fallas!


Vamos a ver, amables seres humanos que padecéis de imbecilidad. Hay leyes que pueden no gustarnos. Hay leyes que pueden no parecernos justas. Incluso hay normas que te puedes saltar a la torera: ¿quién no ha cruzado un semáforo estando rojo, cuando no venía nadie? Más de una vez puede que hayas dicho, ¡las leyes están para saltárselas!

Almas de cántaro, pero existe una cosa que se llama sentido común. Créeme, ahí arriba no viven para tocarte las pelotas/los ovarios. Si vienen unos señores o unas señoras, que casualmente son expertos/as en prevención de incendios forestales, y dicen: hoy es un día de alto riesgo de incendios forestales, y se prohíbe iniciar cualquier tipo de actividad que pueda iniciar un fuego... ¡¡¡NO ES PARA FASTIDIARTE!!! ¡¡¡ES PARA EVITAR QUE SE QUEME NUESTRO HOGAR!!!

Así que plantéate seriamente si realmente esa quema de rastrojos no puede esperar. Si no puedes hacer esa deliciosa barbacoa en la intimidad de tu casa. Si... Vale, lo del castillo de fuegos artificiales a manos de un alcalde ya es demasiado gordo; por suerte no todos los seres humanos tienen acceso a eso o a una traca. Y si no eres capaz de frenar tus instintos primarios de YO PRIMERO, cojones ya... Disculpa que sea tan directa, pero realmente ERES IMBÉCIL.


Y sin embargo existe algo peor que un imbécil. A decir verdad, la intención de estas personas no era liarla parda. No. Simplemente no tienen las luces suficientes para saber que lo que hacen es potencialmente peligroso.

Sin embargo, como ya he mencionado, existe algo peor: los malnacidos. Esa clase de persona crea el terror A SABIENDAS. Son los que se conocen vulgarmente como pirómanos. Evidentemente no son pirómanos, si por cada incendio provocado saliera una persona con este problema, un porcentaje elevadísimo de la población española debería estar en un psiquiátrico. Y no lo está. Lo cual me da la razón, no se trata de pirómanos, se trata de malnacidos.


Durante el tiempo que he estudiado ingeniería de montes, e que he andado por la vida, he aprendido, leído y contrastado información, he topado con varios informes que indican que la gran mayoría de incendios han sido intencionados (casi el 60%). Las causas son diversas: recalificación de tierras, deseo de cambiar la especie dominante para producción, creación de pastos, cambio de ecosistemas para la caza, venganza, vandalismo...


Va, en serio. ¿Cómo se puede ser tan malnacido?
Si te aburres, practica un deporte, toca un instrumento, escribe, lee, date cabezazos contra una pared... ¡Pero no quemes el monte!
Si quieres llamar la atención paséate en pelotas por la calle principal de tu municipio... ¡Pero no quemes el monte!
Si te quieres vengar de alguien... Créeme, nada jode más que ser mejor persona que tu enemigo. Que alguien te putee, lo sepa. y tu un día le hagas un favor con la mejor de tus sonrisas, le fastidia, y mucho. Hazlo. O no lo hagas... ¡Pero no quemes el monte!
Si quieres crear pastos, o cambiar las especies forestales, o los ecosistemas para cazar... Pues oye, ármate de paciencia, pide permisos, actúa poco a poco. Tardarás tiempo, pero más tardan nuestros bosques en recuperarse. ¡No quemes el monte!
Si quieres recalificar tierras... Me ahorro comentarios.


¿En serio sois tan malnacidos que preferís ver esto a esperar a obtener lo que queréis?


 ¿O esto?


¿O esto otro?


Te compadezco si tu corazón es tan negro como para poder crear un acto tan nefasto como un incendio forestal. De verdad. Cuánto te queda por aprender del verdadero significado de la vida.
Pero más compadezco al mundo que te rodea, porque te tienen que aguantar, hoy, mañana y hasta el fin de tus días, porque la mala gente como tú no se rehabilita ni aunque su vida dependa de ello.


Hoy, desde Nadacommunis, con el corazón roto y henchido de dolor, os pido, os ruego y os imploro: no seáis imbéciles; no seáis malnacidos, y mucho menos seáis las dos cosas. 


No permitáis que un acto de puro egoísmo pueda desembocar en esto. Quiero vivir. Y creo que cada lucecita de esta fotografía, que representa un hogar (y con un hospital de por medio) también tiene una historia que contar, y seguir contando, y para ello quiere vivir. Es más, quizá una de esas lucecitas seas tú.
Sin montes no hay vida. 
No nos condenes por ser mala persona; la humanidad no tiene la culpa. 


Dictamnus hispanicus, o los regalos de amar la naturaleza.


Cuando amas la naturaleza, te topas, de repente, con una serie de verdades universales:
- Siempre vas a saber algo que alguien no sepa, y se lo podrás enseñar. Y al mismo tiempo, siempre va a haber alguien que sepa más que tú, y te pueda aportar nuevos datos, perspectivas, o incluso mostrar un tesoro.
- Adquieres una nueva sensibilidad, y por eso, plantas que te hubieran dado exactamente igual en otro tiempo, ahora te roban el corazón, bien por su historia, bien por su escasez, etc.


En este caso, hoy presentamos este tesoro llamado Timó Real, cuyo nombre científico es Dictamnus hispanicus (Webbb ex Willk):


Tiene muchos otros nombres: en valenciano se le conoce como gitam, herba gitana, monreal, timó real y herbero.
Y en castellano: anís estrellado, fresnillo, taraguilla.

De entre todos los nombres, llama la atención el del herbero. Si pensáis si es que esta planta se utilizaba en la composición del famoso herbero, habéis acertado.



Aquí un detalle del fruto. De ahí el sobrenombre de anís estrellado.


El herbero, aunque delicioso, no es el único uso que se le ha dado a la planta. En infusión regula la menstruación, en los armarios ahuyenta a las polillas, aromatiza cualquier rincón con sus fragantes hojas... ¡es una maravilla!


Aquí, una vista general de la planta, con sus características hojas que tan bien huelen y tanto agradan a las personas que tienen la suerte de encontrarla.



Quizá sea por sus numerosas propiedades que se haya reducido su población. En la actualidad está catalogada en el Libro de Flora Valenciana Protegida.
A la recolección desmesurada se le une el hecho de que vive en pastizales y zonas de matorral no muy secas, así que la creciente desertización la está desplazando.

Así, llegamos a su situación actual: su distribución es amplia, pero los ejemplares, escasos. 



Por eso me sobrecogí tanto el día que la conocí en persona. Es otro tesoro más de la flora valenciana, otro ejemplo de la riqueza de nuestra tierra, que se rebela contra la extinción, pero que cada vez lo tiene más y más difícil...

Cada vez que logro encontrar una de ellas, es como tener en frente de mis narices el más codiciado tesoro pirata.
Y es que la vida vale mil veces más que cualquier tesoro material. El oro permanece, el diamante es incorruptible, pero la delicadeza de una flor sólo estará ahí por un instante. La vida llama a la vida, la vida ayuda, sana y crea. El oro llama a la codicia, a la pelea y la disputa.


Me quedo con mis tesoros vivientes, atesorando cada segundo que me brindan con su presencia, y compartiendo su valor con el mundo.


Os dejo estas últimas imágenes para que reflexionéis al respecto, y para que disfrutéis con esta maravilla de la naturaleza.

¡Ah! Y acordaos de esta planta la próxima vez que toméis herbero. ¡Quedaréis como profesionales de la botánica!