La cascada del Gorgo de l'Escaleta, Anna

Hoy he recordado una bonita escapada de verano, a uno de esos lugares que el común de los mortales aseguraría que es imposible ir "porque Valencia es muy seca". Y nada más lejos de la realidad: si sabes dónde, puedes encontrarte tesoros como este.

No anda lejos de casa, y fue la excusa perfecta para salir con mis primas, primos y allegados un tórrido día de agosto.

Os presento la cascada del Gorgo de l'Escaleta, en Anna.


Si eres de esos valientes que pasas de ir en coche y prefieres hacer las cosas como dios manda, entonces te aguarda una agradable ruta por dentro del río. Bueno, agradable si es verano, porque el agua baja fría incluso cuando fuera se sobrepasan los 40ºC más de una semana seguida.

Sin embargo, antes de arremojarte, toca sufrir un poco. Cruzando un puente a la salida del pueblo hay un camino que te lleva directamente a un barranco. Pues sí, por ahí hay que descender.

Al principio, sólo te acompañan rocas y una densa maraña de enredaderas. Mientras los de delante se abrían paso, yo me deleitaba con las primeras moras de la temporada.



¡Me encantan! Y también su color y su brillo, cuando el Sol las ilumina.



Esta hermosa planta, amante de las riberas frescas, nos saludó brillando contra el sol. Se trata de una Verbena officinalis. Preciosa, ¿no?


También había espacio para higueras (Ficus carica), las cañas, alguna adelfa... Y todo crecía tan tupido y enmarañado que realmente parecía una selva tropical.


La fuerte sequía de este año ha reducido sensiblemente el caudal, y donde otrora hubiera un buen curso de agua ahora había un lecho seco.
Pero eso no impedía, como siempre, que la vida se abriera paso, y nos dejase estampas espectaculares.


Finalmente, mucho más tarde de lo previsto, y como por arte de magia... ¡¡¡agua!!! Y bien fresquita, además.
Para algunos, sumergirse fue todo un placer que aliviaba el calor. Para otros, enfrentarse al frío fue toda una odisea.


Y para mí... Una excusa para saltar.


Ya empapados, seguimos el curso río abajo.


El objetivo de la cámara estaba empapado, y las fotos tenían extraños efectos, pero valía la pena.


El caudal, nuevamente, era bajo. Yo sentía pena, pero al mismo tiempo estaba contenta por ver algo de agua correr.
Cuando la sequía aprieta realmente aprendes a apreciar estos tesoros:




Pasé un buen rato simplemente observando el agua correr entre las piedras.



Otro panorama que me encanta es el del agua reflejando sus destellos en la roca. Es un baile que sólo acaba con la oscuridad de la noche, tan sencillo como bello, y que renace infinitamente con cada nuevo amanecer. Precioso.



¿No os entran ganas de sumergiros por aquí?


Esta graciosa planta, que milagrosamente vive suspendida en la roca, se conoce como culantrilllo de pozo, Adiantum capillus-veneris.
Se trata de un sencillo helecho, que allá donde exista un mínimo de humedad, estará el culantrillo de pozo. 
Supongo que por extensión a esta capacidad de vegetar y reproducirse fácilmente, se creyó durante mucho tiempo que favorecía la fertilidad. Las muchachas que querían dar a luz lo ponían en sus zapatos y andaban largas horas, esperando el milagro.


Más adelante, encontramos este tronco semisumergido.
Ya lo había visto otra vez que pasé por aquí, y me sorprendió verlo tan bien conservado.

Nos sirvió para jugar, hacer equilibrios sobre él, tomar fotos graciosas y disfrutar del paisaje.

A mí me encantan sus colores y sus formas, y de lejos me recuerda a un cocodrilo medio sumergido, así que no pude contenerme y le hice un reportaje.





Esta cascada de verdes plantas me encantó.


Después de salpicar, siempre quedan gotas, y era el momento ideal para captarlas. La foto en sí deja mucho que desear, pero me gustan las gotas y las echo de menos, así que aquí se quedan.


Esta flor de adelfa y esta hoja de falso platanero flotando me encantaron, y el hecho de que se vea algo borrosa la foto, le da un aire como de cuadro. 





Llegamos al Gorgo de l'Escaleta. Se llama así por ser un gorgo (un pequeño cañón con agua) y se accede por una interminable escalera, pero como los valencianos somos tan estupendos, todo lo hacemos xicotet, pequeñito, bien porque lo es, bien porque así no nos acongoja tanto (como subir tantos peldaños).

De hecho, nunca escucharás a un valenciano quejarse del frío. Si eso, aunque la temperatura esté bajo cero, gritará, Xe, quina frescoreta!

No comparto fotos del gorgo en sí porque estaba atestado de gente. Y es que es una zona muy agradable para bañarse, amada por vecinos de la zona y también por gente de los alrededores. Lo malo, que hacer fotos se complica.

En cambio, os dejo imágenes de esta libélula.

Por lo que he podido averiguar, y perdón si me equivoco, se trata de una Trithemis kirbyi (se las trae el nombrecito). Al parecer, se trata de un indicador de cambio climático. Es de origen africano, pero dado el aumento general de temperaturas, ha llegado a nuestras tierras. Se detectó por primera vez en España en 2007, y en concretamente en Valencia se avistó por primera vez en 2012. Así que ya veis, si me quejo por la sequía y el calor no es por vicio, y aquí tenéis este bello amigo que lo corrobora.

Amigo, sí, pues ese color naranja tan intenso (a mí me recuerda al subrayador naranja que usaba en el instituto), sólo está destinado a los machos. Las hembras son pardas o de naranja apagado, y las manchas de sus alas son de un tamaño mucho menor.



Para contrastar, os dejo con una lugareña, que vive en mi tierra desde los tiempos de Maria Castaña. Creo que se trata de una Calopteryx haemorrhoidalis (no he logrado averiguar si tiene algo que ver con esa dolorosa afección). 
Dicen que la preciosa y casi imperceptible mancha blanca en el ala es indicativo de género femenino. 

Aunque todo puede pasar, porque la calidad de la imagen tampoco es que permita investigar demasiado lejos...





Casi parecía estar posando







Una vez recorrido todo el Gorgo, señalamos el camino a seguir. Teníamos tres opciones:
A) Tirarnos por la cascada. La descartamos porque no nos hacía ilusión abrirnos la cabeza.
B) Descender por la cascada haciendo rápel. La descartamos porque ni sabemos, ni llevábamos material
C) Subir por un camino que discurre empinado al lado de esta roca, dar un rodeo y bajar andando. Lógicamente, hicimos esto.


"¡Hasta ahí arriba hay que subir!", gritaba, mientras miraban con asombro y algo de respeto la cuesta.


Después de un rodeo, llegamos hasta aquí. Se trata de una antigua central eléctrica, que lleva abandonada más de 30 años.
Sin embargo, como otras estructuras derruidas y en decadencia, guarda un gran encanto.



Parece que nos envuelva, de nuevo, una selva.


Y, he aquí, una de las pesadillas que no me dejan dormir, una gran enemiga de nuestra biodiversidad. Cada cual tiene su némesis; pues los míos son los eucaliptus en general (fuera de su hábitat natural) y... el Ailanthus altissima.
Una bella planta, amada en jardinería urbana por sus hermosas formas, su rápido crecimiento y su resistencia a la contaminación.
Por desgracia, y como suele decirse "se ha escapado" de esos recintos, se ha asilvestrado y ahora campa a sus anchas por nuestro territorio, pues vive en cualquier lugar y situación. Es frecuente verla al lado de carreteras y en márgenes, aunque perfectamente puede crecer en lugares donde haya una perturbación o el bosque no sea lo suficientemente maduro y fuerte para hacerle frente. 
Y ahí está, creciendo y reproduciéndose sin parar, suponiendo un nuevo problema a nuestros ya de por sí sufridos ecosistemas.


Además, es un hueso duro de roer. Genera infinidad de semillas y además rebrota de cepa, por lo que cortarla sólo sirve para perder el tiempo. El único modo de deshacerse de un ejemplar es arrancándola de raíz, y procurando que ni el mínimo pedazo quede en el suelo (sí, se cree que de esqueje también rebrota estupendamente).
Así que si leéis esto y reconocéis la planta... ¡deshaceos de ella! (Ojo, si vivís en España. Es originaria de China, allí no hace daño a nadie, así que si vivís en China, respetadla)


Finalmente, después de subir, bajar, resbalar, sudar la gota gorda, disfrutar, hacernos fotos y (yo) soltar la charla contra el Ailanthus... Llegamos. Lo hicimos.
¡¡¡Estábamos bajo la cascada!!!


No tardamos en acercarnos a ella. Sus aguas son turbulentas, pero refrescantes. 


Puedes relajarte contemplándola. O puedes sentir la vida que fluye y que emana a su alrededor. O puedes ponerte bajo la cortina de agua y sentir la fuerza de la madre naturaleza en todo su esplendor.



... nosotros no pudimos resistirnos a esto último.



No sé cómo la disfrutarías tú, pero sé que lo harías. Y para que vayas pensando cómo lo harías, aquí te dejo esta colección de fotos. ¡Que no se diga!




Vista desde cerca...


... más cerca (el agua salpica, y con mucha fuerza)


... casi al lado...



... ¡desde abajo!




... ¡¡¡Y desde dentro!!! Encontré esta pequeña cueva en la que sólo caben 2 personas y bien apretadas (o mejor dicho, sus cabezas, dado que el resto del cuerpo queda sumergido). Es impresionante sentir el olor a tierra y a humedad, y sobre todo, la fuerza abrumadora del agua y su ímpetu al caer.


Ver una cascada desde dentro es algo que no puede hacerse todos los días, y me alegro de haberlo vivido.


Aquí, la otra perspectiva. La cueva.


Salí, pero no podía parar de disfrutar y de tomar fotos.














¡Un pequeño arcoíris!


Después de un rato refrescante y agradable, decidimos volver a casa. El camino aún guardaba varias sorpresas, como esta colosal roca de color intenso:


O este grupo de caracoles, que para guarecerse del tórrido sol de agosto, decidieron encaramarse a estas ramas de hinojo, terminarlas de doblar, y aprovechar la poca sombra que proyecta al máximo.
Alguien me dijo una vez, no sé si será cierto, que si no se encaramaban a algo, corrían el riesgo de ser cocidos en el suelo, tal es el calor que hace aquí. 
No logré enfocar bien la cámara (no destaca por su macro precisamente), pero dejo aquí la estampa para que os hagáis una idea.




En el último momento, la tristeza volvió a apoderarse de mí. Aquí se supone que siempre ha habido un salto de agua, y ahora... Está, literalmente, más seco que la mojama.

Me reitero nuevamente en la petición de lluvias.




La última imagen, la vista, desde abajo, de lo que solía ser una cascada. Una verdadera lástima, pero aún de la muerte se saca algo bello:


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