Especial Costa Rica. Reserva de Monte Verde

Mi corazón se aceleraba. ¡Iba a cumplir mi sueño, por fin, de visitar la selva! ¡Qué nervios!
Ya desde la misma entrada, antes incluso de pagar la entrada, la flora prometía...


...Y desde el camino, mucho más.


Antes de proseguir, os dejo un mapa de Costa Rica, con la ubicación de la Reserva de Monte Verde, para que os hagáis una idea de por dónde andábamos:


Tus primeros momentos en la jungla son indescriptibles. Vegetación exuberante: sobre ti, a tu alrededor, a tus pies, en los troncos, en las ramas, en el aire, ¡en todas partes! Plantas sobre plantas que están en otra planta. Y como guinda, esta es la máxima fracción de cielo que se puede ver.


Como no, yo saltaba de alegría. ¡El máximo exponente de la biodiversidad mundial al alcance de mi mano!
¡Naturaleza en estado puro!


No se puede describir con palabras la maravillosa sensación de estar allí. Sientes la energía del lugar por todo tu cuerpo. Te sientes insignificante, y al mismo tiempo, parte de algo gigantesco, mundial, global, que nos une a todos como hermanos y nos da la vida.


Pasado el "subidón" inicial, que, no lo neguemos, permanece todo el tiempo que permaneces en ese santuario, te asalta otro pensamiento: yo... era buena en botánica. Y no puedo ponerle nombre a nada. ¡¿Por qué?!

Bueno, que no cunda el pánico. En este mundo es imposible saberlo todo. Disfrutemos del momento. 





¿Veis ese pequeño animalillo en el árbol central de la fotografía? Justo debajo de la pequeña bifurcación.
Es una martilla (Potos flavus Schreber), o como tal la identificó uno de los guías que nos encontramos durante la excursión, y que amablemente revisó las fotografías. Es un animal eminentemente nocturno y bastante escaso por allí, por lo que podemos decir que nuestra suerte fue doble. 



Volvamos a la selva en general. Aparece catalogada como un "bosque nuboso lluvioso". Dicha nomenclatura deja poco a la imaginación. Sin embargo, vamos a analizarla con más profundidad:
  • Aunque el nombre no lo indique, es un bosque tropical. La temperatura apenas oscila durante el año; entre los 23,7 y los 13,9ºC. 
  • La precipitación media anual es de 2579mm (para hacernos una idea, en Valencia capital es de 454mm). Es constante durante el año, y realmente persistente. No sólo llueve, sino que mucha precipitación aparece como neblina que se deposita en el suelo y la superficie vegetal. 
Esto explica por qué mi objetivo se llenaba tan frecuentemente de gotitas...





Podéis comprobar que no hay ni un solo resquicio colonizable que quede por cubrir.




Incluso en los troncos caídos crecían nuevas plantas. 


Una de las especies vegetales que me robó el corazón es esta: el helecho arborescente; en concreto el de esta fotografía pertenece al género Cyathea
Debido a que son un grupo bastante primitivo, que se han mantenido casi inalterados durante milenios, los helechos poseen un sistema vascular poco eficiente. Esto les ha relegado a un segundo plano en el mundo vegetal actual, en detrimento de las gimnospermas y angiospermas, con un sistema más avanzado. 
En la época en que los helechos se encontraban en pleno auge, el clima era tropical prácticamente en todo el planeta, por ello no debían "preocuparse" por la disponibilidad de agua. Pasando por alto millones de años de evolución y resumiendo bastante, se podría decir que los helechos redujeron significativamente su tamaño para sobrevivir a las condiciones de escasa humedad. Por eso sólo se pueden encontrar helechos arborescentes en áreas donde nunca falta el agua, como la Reserva de Monte Verde. 

Para mí fue como regresar al principio de los tiempos, antes incluso que los dinosaurios. Poder tocar uno de estos ejemplares, es, realmente, hacer una regresión temporal. Es poder apreciar la sabiduría ancestral del mundo; un gran tesoro que disfruté enormemente. 


Más plantas supervivientes (o pioneras) sobre el tronco caído.


Jungla en su estado más puro. Plantas sobre plantas, ¿no es una maravilla?



"Mira, yo tengo una de estas en casa, pero en blanco". Pensamiento que todos tuvimos al ver esta pequeñaja. 

En ocasiones parecía que la naturaleza quisiera jugar contigo al "¿Dónde está Wally?" con los troncos de los árboles, tal era el recubrimiento de los troncos.


Otro helecho. Visualmente, podría recordar a una palmera. Esto es algo muy común en el mundo natural: si una adaptación funciona, se repite alrededor del mundo y/o la historia.
Es un fenómeno denominado convergencia evolutiva. Un claro ejemplo es el de la familia de las cactáceas y las crasuláceas: ambas adaptadas a entornos hostiles, secos, con una fuerte radiación solar. Ocupan un mismo nicho ecológico, con unas condiciones muy similares, en continentes distintos. Evolutivamente hablando, no tienen relación, pero se parecen tanto que existen especies que se podrían clasificar en la familia equivocada.


La humedad era tal, que todo estaba recubierto de pequeñas gotas.



El musgo es la barba de los árboles. Les da el aspecto de un anciano sabio y respetable.


Aquí un claro ejemplo de un campeón, recubierto hasta el último recodo, y permaneciendo erguido pese a ello. ¿Cuánto le pesarán los años, cuánto sus acompañantes vegetales, cuánto la humedad acumulada? No importa, sigue creciendo.



Algunas plantas poseen unas hojas "partidas", que permiten pasar la luz a estratos inferiores. Es muy útil para sobrevivir, pues de lo contrario, hojas de una misma planta harían sombra a otras y acabarían por morir por falta de luz.


De vez en cuando, una explosión de color aparecía entre los miles de tonos de verde, llamando poderosamente la atención. 



Las flores no eran las únicas en romper la dominancia del verde, también lo hacían algunas hojas que comenzaban a amarillear.


Helechos recubriendo casi por completo un tronco de mediano tamaño.
Lo cual te lleva a pensar en la relatividad del tamaño: allí era un árbol mediano, y delgado; aquí hubiera sido un gigante. 


He aquí, la expresión máxima de la selva tropical: exuberancia; agua y vegetación tomadas de la mano. Sencillamente precioso.



Otro campeón, majestuoso, sobreviviendo a las toneladas de más que lleva encima.


Otra estructura en las hojas que permite el paso de luz.






¿Recordáis el pizote (Nasua narica L) de la entrada anterior? Digamos que este estaba más en su hábitat. En lugar de ser un adicto al café, disfrutaba de los frutos caídos del bosque. Eso sí, mostraba la misma tranquilidad que su congénere: comía en mitad del camino, ignorando por completo a los turistas que se arremolinaban a su alrededor.


Aquí un vídeo de la criatura en acción. 



He aquí el diario de un asesinato paulatino.
Suena a novela negra, pero es una realidad de estos ecosistemas.
Esto que se ve en la fotografía son raíces de bejuco o ficus estrangulador. Sí, un ficus, emparentado con el de la terraza de tu casa o el jardín del pueblo. Es fascinante este mundo, ¿eh?
...


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En el bosque nuboso lluvioso el recurso por el que todos pelean es un pedazo de suelo y un buen acceso a la luz. Pero con tanta densidad de población, es muy difícil conseguir un buen puesto, y más si partes siendo una pequeña semilla. Debes tener la fortuna de sobrevivir a que te coman, te pisen, te entierren a demasiada profundidad, te rompan cuando tu tronco aún es débil... Eso por no contar que para desarrollarte hasta una buena altura, el árbol que está encima de ti debe morir, caer y no taparte el camino al hacerlo.
Contado así, la vida de una planta no parece tan sencilla.
...


...
Sin embargo, el amigo ficus ha desarrollado un buen sistema para eliminar la mayoría de estos problemas. 
Los frutos que produce son ingeridos por aves, que, al defecar, depositan las semillas en ramas de otros árboles. 
Si las condiciones son óptimas, la semilla germina. En primer lugar emite una larga raíz, que trata de llegar al suelo por todos los medios. Este punto es muy importante: si está muy lejos del suelo, agotará sus reservas y morirá; si está demasiado cerca, no tendrá buen acceso a la luz y morirá también; por tanto la deposición en un estrato intermedio es vital.
Superada la primera fase, la raíz comienza a absorber elementos del suelo, se emiten las primeras hojas y el ficus comienza su desarrollo, con el árbol anfitrión como base de crecimiento.
...


...
Así que poco a poco el ficus crece envolviendo completamente el árbol donde comenzó a desarrollarse.
Poco a poco, raíz a raíz, se van fusionando y uniendo, expandiendo; crece, y crece hasta que forma una envoltura completa. El árbol anfitrión ya no puede expandirse, y sus hojas dejan de tener acceso a la luz, se asfixia y acaba muriendo.

¿Veis como, en el fondo, no exageraba tanto?




Eventualmente, el tronco del árbol anfitrión se descompone antes de que las raíces del ficus cierren por completo, por lo que queda hueco durante años.
Y se puede aprovechar para tomar fotos interiores. 


Dejamos ya de lado la novela negra, porque, de repente... se pone a llover. Era obvio que el bosque nuboso lluvioso debía hacer honor a su nombre. 





¡Ah! ¡Más ficus!
Da miedo, y al mismo tiempo es tan fascinante...



Nuevas flores que alegran el camino.




Aquí todo está empapado y tiene un color especial. Que se lo pregunten si no a este escarabajo. Un encargado de la reserva me lo identificó como un "escarabajo de la caca". 
Loemos su trabajo y apreciemos su belleza.


A propósito de la reserva un amigo que hicimos en el camino y que nos ayudó mucho en el viaje, Rafa, me contó su origen.
Según dice, hubo una guerra en la que una tribu o etnia (no me quedó muy claro), los Guáqueros, no quisieron participar, ya que rechazaban cualquier tipo de violencia. Se retiraron aquí a vivir, ajenos al conflicto, y hoy por hoy son sus descendientes quienes llevan la reserva.

Por desgracia no he podido contrastar la veracidad de esta hermosa historia, y de hecho la palabra más similar, huáquero, significa "ladrón de tumbas o tesoros antiguos". Pero me fío de las palabras de Rafa, y considero que una actitud tan noble como la de estas gentes merece ser recordada.


Los frondes de un helecho comienzan a despertar. ¡Bienvenidos al mundo!

Se trata de las hojas de helechos y otros pteridofitos, que se diferencia de las hojas verdaderas de las plantas verdaderas, también tiene la función reproductiva (en el envés es donde se producen las esporas).



Ya tardaban en aparecer las aves. Según un guía, se trata de un Cuatro Ojos. No lo acabo de tener muy claro, por lo que no voy a poner su nombre científico ni a indagar sobre su vida y milagros. Cualquier identificación será bien recibida.



Nombres aparte, es precioso, coqueto, y poco temeroso de lo desconocido.


¿Veis lo que os decía? A menos de un metro se me puso.



Este otro también me lo identificó el guía, y en este caso no tengo duda ninguna: se trata de una candelita collareja, Myoborus torcuatus Baird. 
Al lado mismo del camino había una pareja, saltando, brincando y piando, de lo cual deduzco que debía de tratarse de algún tipo de cortejo. De vez en cuando, su frenesí paraba, y se posaban en las ramas, observándonos. 
Momento que, como no, no dudé en aprovechar.





Volvemos a la vegetación.





Los senderos te invitaban a seguir...


Todo es hermoso. Las flores...


... los hongos...


... los musgos tapizantes...

... las gotas...


... la gran envergadura de los árboles...


... las vainas colgantes cargadas de semillas...


... las lianas...


... las raíces...

... incluso las gotas atrapadas en una ramita rota.


Mires donde mires, arriba...


Abajo...


A tu alrededor...
Impresiona.


¿Quién quiere un beso? ¿Alguien? Esta es una flor del beso, desgraciadamente poco crecida aún. Es típica de estas regiones, y si la buscáis por internet, os aseguro que comprenderéis bien pronto el porqué de su nombre. 
Psychotria elata Hammel.


¡Ah, por fin! Siento no haber podido mostraros una de estas antes, pero debido a la luz imperante durante todo el día era complicado enfocar hacia las alturas y que no salieran a contraluz.
No comprendo muy bien qué hace aquí, probablemente el árbol donde vivía cayó. En todo caso, os presento a las bromelias.

Son unas plantas muy particulares. Ellas también viven sobre el tronco de los árboles, pero no son tan peligrosas como los ficus (estamos hablando de bromelias epifitas; también las hay que viven sobre rocas). Simplemente, aprovechan la altura para conseguir más luz.
Como sus raíces no tocan el suelo, sino que están aferradas a la corteza de su anfitrión ¿cómo crecen? ¿De dónde sacan los nutrientes y el agua esenciales para vivir?
De nuevo, la madre naturaleza tiene solución para todo. Las hojas se insertan de tal modo que forman pequeños depósitos, donde se acumula tanto agua como materia orgánica, y así se proporcionan su sustento vital. Además, esto resulta un hábitat estupendo para pequeños insectos y arácnidos, e incluso alguna rana se atreve a dejar a sus retoños aquí.
De este modo, podemos hablar de árboles que en sí son un ecosistema, pues albergan a multitud de plantas, y estas a su vez, como las bromelias, constituyen un micro-ecosistema.


Más colores sobre el verde.



Una curiosa ventana.





Me encantan los contrastes.




¡El fronde de este helecho era tan grande que no cabía en una sola imagen!




¿Veis el pequeño salto de agua al fondo?





De pronto, todo se volvía gris y húmedo. Las nubes volvían a la carga.



No es un monstruo. Ni un alien. Ni siquiera es un pulpo al revés. Os presento un helecho arborescentente en plena expansión de frondes. Simplemente genial.


Aquí un plano de detalle. Fue muy complicado captarlo, porque se giró un viento fortísimo.



Parecen tentáculos vegetales.




El tapiz de hojas del suelo se desvaneció por un momento para dejarme ver estas bellezas estrelladas. 



El por qué de tanto viento me intrigaba, pues había comenzado de repente, conforme ascendíamos. Buscando información di con la respuesta: parece ser, que la parte de la reserva que está orientada hacia el caribe es la que recibe el viento y las nubes cargadas de humedad. Al chocar con la montaña, se libera toda esta humedad en forma de precipitación. 
Dado que la evaporación y transporte de agua desde el Caribe es constante, también lo es la precipitación y la nubosidad en general, y así puede mantenerse el bosque nuboso lluvioso.

Otro efecto de la ascensión de las masas de aire, es la generación de fuertes y constantes vientos. Las plantas que viven en la vertiente del Caribe, y sobre todo en las laderas más altas, deben adaptarse a esta fuerza prolongada.

Para haceros una idea de la fuerza del viento y la humedad ambiental, os dejo este vídeo:




Después de empaparnos y dejar nuestra melena volando libre, decidimos tomar otro camino. Volvimos a ver helechos gigantes...


... y tomamos un nuevo curso.



Un color muy llamativo, probablemente busca ser ingerido por algún animal para dispersar semilla.




Desde luego, este sí lo tiene todo: desde musgos hasta un ficus, todos sobre él luchando por sobrevivir.

¡Sorpresa! Un pequeño milpiés que se había enroscado, asustado por nuestro paso.


La madera del árbol recién cortado llama la atención. ¡Qué color tan intenso!





Este pequeño estaba alimentándose de bayas rojas, sin inmutarse por nuestra presencia.



Este colibrí acudió, confuso por los colores, al impermeable rojo de mis compañeros, probablemente creyendo que eran una flor. Luego se acercó a mi cabeza, coronada por la capucha de mi impermeable azul eléctrico, zumbó en mi oreja unos segundos y acto seguido se posó en esa rama de la fotografía. 


Una babosa sobre algo tan viscoso como ella, o incluso más.


Esta es una de las joyas del parque. Se trata de un enorme puente colgante, de gran longitud y suspendido a una altura más que respetable. Desde éste se obtienen unas vistas de la jungla grandiosas, donde se pueden apreciar los estratos superiores de la vegetación, y que de otro modo no se podrían disfrutar.




Desde aquí arriba era mucho más sencillo encontrar y fotografiar bromelias.


Repentinamente, todo volvió a cubrirse de nubes.




Pero esas nubes no nos impidieron percatarnos de una imponente presencia. ¿Qué es ese ave? No lo sé. Le pregunté al guarda y él me dijo que allá las llaman pavas o pavitas salvajes, pero que desconocía cualquier otro dato relacionado con ellas.
Así que le apodé La Pavita Misteriosa.
Simplemente, preciosa.


Según un amigo mío, que se ha tomado la molestia en determinarla, cree que podría tratarse de una Chamaepetes unicolor Salvin, o pava negra, especie endémica de Costa Rica y parte de Panamá. 
Atención a su pico azulado, simplemente es extraordinario. 








Alimento al alcance de las aves.



Tocaba regresar, así que me despedí de los últimos helechos.





Podéis comprobar como las brumas vienen y van todo el tiempo, cubriéndolo todo a su antojo temporalmente y escampando cuando les parece propicio. 




A la salida, nos deparaba una última sorpresa. Alguien nos reveló que en un camino que estaba cortado, en una de las primeras plantas, había, nada más y nada menos que... ¡¡¡Un nido de colibríes!!! 
Nos autorizó a acercarnos y a tomar alguna fotografía con el mayor disimulo posible, para no atraer a más gente, y sin flash, para no perturbar la paz de estas aves.
El árbol estaba al lado de la misma senda, y por ser esta una de las más concurridas, la habían cerrado temporalmente. No querían que las aves abandonasen el nido con los huevos debido al estrés. 
Que nos permitieran disfrutar de este bello momento, fue, sin duda, el mejor regalo que nos podían haber hecho. ¡Muchas gracias por este tesoro que quedará por siempre en mi memoria!




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