La vida es como un largo camino.
No puedes elegir dónde naces. Puede que vengas al mundo en un camino llano, soleado, fácil de transitar. O puede que sea un camino tortuoso, sombrío, que espante.
No hay dos caminos iguales.
Lo único que nos une es que, inevitablemente, nuestros caminos se acaban algún día. Y he aquí, que puedes hacer una elección, la única, probablemente, que harás durante el transcurso de tu vida: tú eliges cuándo dejar de andar, cuándo dejar de descubrir este camino. Cuando la muerte te encuentre, o cuando te mueras en vida. Tú eliges.
A lo largo de tu vida, habrá caminos que inviten a ser transitados.
Algunos pasarán por lugares llenos de gente, gente buena, gente mala, que te llene o te vacíe, que te haga aprender o que te haga huir en busca de nuevos desafíos y conocimientos.
Otros serán más solitarios, prestos a hacerte reflexionar.
Habrá momentos en que el propio camino te invite a descansar.
Es normal.
Siéntate, tómate tu tiempo, reponte, y cuando sientas que es el momento, sigue adelante.
No vale la pena mirar atrás, más que para recoger las enseñanzas cosechadas.
Pero la nostalgia y los malos momentos no deben ser un obstáculo para seguir.
¡Sigue andando! ¡Las sorpresas que te depara el camino están sólo un paso más adelante!
Cuando hayas aprendido esto, podrás hacer verdaderas locuras. Y seguirás adelante, y te divertirás, y reirás, y serás feliz, y verás tu camino desde otra perspectiva distinta, más sana y fuerte.
Transita sin miedo en los buenos tramos de tu camino...
... y recuerda que, aún en los caminos más empinados e inaccesibles, los alpinistas logran viajar en grupo, ayudándose mutuamente.
Nunca estarás sol@, si no lo deseas.
No importa cuan lejos esté tu destino, ni el peso que debas cargar. Sigue andando...
... cada vez estarás más cerca...
... ningún obstáculo te detendrá.
Haz del camino que recorras una estela de luz y felicidad. Que cuando te vayas, y mires atrás, quede el más bello de los recuerdos.
Si tu camino acaba así, no importará cómo hayas comenzado, cuánto hayas tropezado ni qué tramos difíciles hayas cruzado.
Habrás vivido tu camino.