¡Pica, pica!

Estas cositas tan "cuquis" son, nada más y nada menos, orugas de Thaumetopoea pityocampa (Denis & Schiffermüller). Vale, así puede que no diga mucho, pero quizá se aclare la situación si digo que se trata de la famosa procesionaria del pino.
En esta época del año las orugas, ya crecidas, forman su característico nido y se alimentan de las acículas (hojas) del pino.
Esa bola negra se trata de su cabeza, y los pelillos blancos de su cuerpo son los que ocasionan una fuerte urticaria. Hay quien dice que le ha caído alguna encima, y que en esa parte de su cuerpo no ha vuelto a crecer el pelo. Personalmente, puedo llegar a creerlo. Lo que seguro que es cierto es que en los primeros estadios son poco peligrosas, pero conforme crecen su veneno aumenta exponencialmente; hasta el punto de que pelos arrastrados por el viento puedan dañar a transeúntes.
Por eso os digo... ¡mirad las fotos, pero no hagáis esto en casa!


Se trata de una especie curiosa, adaptada al clima mediterráneo.
Como todos los insectos, es de sangre fría, y es bastante vulnerable al frío. Regula su temperatura y sus funciones vitales en función del clima exterior; una helada podría matarlos. Frente a este riesgo, la mayoría de insectos pasa la época invernal como huevo, crisálida o pupa, o incluso en letargo, escondidos. La procesionaria no.
Las larvas se desarrollan entre el otoño-invierno, dependiendo de la zona y de los rigores del clima. Estas fotografías son de Xàtiva en enero, y podéis comprobar lo crecidas que están ya.

Son gregarias, comen juntas y duermen juntas en el nido, donde se apelotonan y tratan de mantener el calor. Si el día es muy frío no salen de allí, pero en cuanto la temperatura aumenta un poco, se disponen a comer.


El nombre de procesionaria les viene de otro comportamiento característico. Y es que, más o menos durante la primavera, también dependiendo del lugar y los rigores del clima, cuando ha finalizado el crecimiento de la oruga, se disponen a pupar. Pupar significa crear un capullo donde se realizará la metamorfosis (como el gusano de seda de toda la vida, que todos hemos tenido de pequeños en casa).
Esta pupación se realiza en el suelo, bajo tierra, por lo que hay que descender del pino. Lo hacen una tras otra, en fila india, lo cual recuerda a una procesión: de ahí el nombre.
Otra curiosidad: siempre, la cabeza de fila es una hembra. 



Aunque se consideran plaga, no suele ser una especie agresiva. Defolia los árboles donde crece y se alimenta, pero sin ocasionarle daños graves. Sólo en ocasiones, cuando el árbol es joven y de pequeño tamaño y se desarrollan varias puestas a la vez, la procesionaria puede ocasionar la muerte del pino (o el abeto o el cedro, pero encontrarlas en estas especies es más complicado). 



El adulto, que emerge en verano, se asemeja a una polilla de gran tamaño. Ponen los huevos de forma helicoidal, alrededor de una o dos acículas.


Os dejo aquí con esta pequeña exploradora. 
Si las veis por el monte, ¡alejaos! O, si las queréis ver, siempre con precaución, vigilando de dónde viene el viento y sobre todo, sin tocar. Porque... ¡pica mucho! 


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