Regalos cotidianos


Hoy no voy a relatar una historia maravillosa, ni voy a hablaros de un viaje a un lugar exótico, interesante o lejano.
Hoy os voy a hablar de los regalos que nos depara el día a día. Y es que, en medio del trajín, de las idas y venidas, del estrés y de todas estas cosas que nos encasqueta la vida rutinaria y moderna, a veces, un pequeño detalle te hace el día, te invita a sonreír y te hace relajarte y no preocuparte por tonterías.

Una de esas mañanas de ajetreo, preparando una salida de campo, mi regalo fue este: esta monada de gatito, que parece un peluche. El niño mimado del pueblo (uno de tantos), que tenía vía libre para subirse a las mesas y reclamar, a partes iguales, su ración de comida y de cariñitos. 
Ver no sólo esta preciosidad, sino la tranquilidad con la que la gente lo trataba (donde yo vivo probablemente lo hubieran ahuyentado a la primera de cambio) y los mimos que le prodigaban me hizo sonreír, y me relajé y disfruté de mi café mientras lo observaba atentamente.

Así que dedico esta entrada breve a los regalos cotidianos que, en cualquier rincón y en cualquier momento nos ofrece la vida. Sólo hace falta saberlos apreciar.



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