¡Nos vamos de excursión! Hoy, ascenso a la Penya San Dídac (o peña San Diego)


En casa decidimos que la mejor manera de abrir el apetito el día de Nochebuena era haciendo una ruta mañanera. Puntos a favor: haces ejercicio, te desahogas de las tensiones acumuladas por los preparativos, compensas los excesos... Puntos en contra: ¿desde cuándo ir al monte tiene puntos en contra?

Así que emprendimos una ruta que nos llevó desde la misma puerta de nuestra casa a la Serra Vernisa, de Xàtiva, y de allí a la Penya San Dídac, en el municipio de al lado, Novetlè.

El Sol aún no había calentado con fuerza, así que pudimos disfrutar del rocío.





Entre las nubes se apreciaba vagamente un tenue arco iris.


Un camino (cómo no), y entre pinos, sabinas y demás, retazos de Xàtiva.


Esta bellísima tela de araña, perlada de gotitas, fue uno de los mayores tesoros encontrados durante la caminata. 

Nuestra senda discurría tortuosa, y allá a lo lejos se recortaba la Peña. Un poco más y la alcanzaríamos

No, no es un cuadro. Es parte de la comarca de La Costera y la Vall d'Albaida, sumidas en la niebla. Es una gozada poder disfrutar de las brumas matutinas, que nos regalan un espectáculo visual a los que nos levantamos temprano.


¡¡¡Sí!!! Objetivo alcanzado.


De la base de la gran roca que conforma la Peña, crece un estoico pino. ¿Conseguirá abrirse paso y seguir adelante o perecerá en el intento? Una maravillosa lección sobre el instinto de superación de la vida, al lado mismo de casa.


Una pitera o Agave americana L., como muchas otras, una especie introducida, exótica y con potencial invasor. Pero ya hace años que está aquí, y es una parte más de nuestro paisaje. Muchas veces esto me lleva a pensar cuándo una especie se debe eliminar y cuánto tiempo debe pasar hasta conseguir el estatus de naturalizada. Los castaños, por ejemplo, fueron traídos por los romanos y en la actualidad nadie los combate.
Pero dejémonos de datos pesimistas y centrémonos en su belleza. 





La peña, vista desde otra perspectiva.


El cielo también tiene sus propios caminos, y si no, contemplad esta foto.


El concepto de lobo solitario llevado a su máxima expresión en un pino.


Ya descendiendo por la otra cara, la solana, nos encontramos ante un mar de palmitos, Chamaerops humilis L., que ostenta el honor de ser la única palmera autóctona de Europa.


La Peña, vista desde la parte de solana.


Entre la roca caliza y la vegetación invernal, una nota de color anima el paisaje.


Ya de nuevo en la parte de umbría, encontramos una mata a la que no ha alcanzado el Sol y todavía está cubierta por rocío. Bellas imágenes.
Las flores son las del romero. Esta planta, junto con otras pocas elegidas, es la que permite la supervivencia de nuestras colmenas durante el invierno. ¿Por qué? Porque aquí el frío no es suficiente como para detener por completo su actividad. Aunque en menor proporción que en verano, trabajan, y de algo tendrán que comer. Pues ahí está el romero. Gran planta. 




Las últimas hojas de la higuera (Ficus carica L)...


... y del almez (Celtis australis L.)


Nada Communis os desea un feliz invierno y unas buenas fiestas


Ya hace unos días que entramos en la estación más fría, pero como contrapunto más acogedora del año.
Sacad los abrigos, los calcetines gruesos y los guantes... ¡y salid al monte! ¡Está precioso en esta época del año!



¡Felices fiestas a todos! Desde Nada Communis os deseamos un año lleno de viajes, de experiencias, de aprendizaje, de buenos momentos y de libertad. Nos vemos en el monte.

Momentos de reflexión en el tren

Esto es lo que pasa cuando pasas muchas horas a la semana en el tren... acaba por llamarte la atención hasta lo más simple. 
Hace unos días me topé con un cristal roto, y aproveché para tomar esta instantánea (no esperéis una gran calidad... es del móvil. Debo volver a recuperar la manía de llevar una cámara conmigo, aunque sea una patata)

Visto lo visto, incluso los rotos, como las cosas difíciles de la vida, nos dejan regalos hermosos. 



Mi adorable vecino


Me desperezo en la cama. 
Tengo mil tareas que hacer, pero no quiero hacerlas, es fin de semana. ¡Lo que quiero es dormir y descansar! 
A regañadientes me despojo del edredón, pongo los pies en el frío y duro suelo, como una prolongación del mundo. 
Quiero desconectar.
Quiero descansar.
Quiero no tener que preocuparme por nada.

Medio dormido aún, camino hacia la ventana. Subo la persiana. Y entonces mi sueño y mi malhumor se disipan. ¡Está ahí! ¡Mi adorable vecino ha vuelto!



Hace tiempo que lo había perdido de vista. Creí que no volvería a verle nunca. Pero ha regresado. Y vuelve a pasearse alegremente entre las tejas del edificio de enfrente.  


Desde el escritorio de mi habitación le vi crecer. Vino de la nada, sin nada más que sus plumas y su gracia natural. En la chimenea de enfrente erigió su nido. 
Lo vi enamorarse.
Lo vi crecer. Como ¿persona? ¿individuo? No importa, lo importante es que creció.  
De pronto tenía a su cargo unos vivarachos pollos. Lo veía entrar y salir de la chimenea, con el pico cargado de insectos. Ya podía hacer frío, ya podía amenazar tormenta, el pajarillo venido de la nada realizaba mil viajes al día para alimentar a su prole.
Finalmente, vi cómo sus esfuerzos dieron fruto: los pequeños crecieron sanos y fuertes. Aprendieron a volar. Dejaron el nido. 

Supongo que me vi implicado en el proceso. Lo vi crecer, y quise crecer. Lo vi perseguir sus metas, y me dispuse a conseguir las mías. Lo vi alcanzar aquello que deseaba, y me sentí inmensamente feliz por él.


Un día, tal como vino se fue. 


No le di mayor importancia... hasta hoy. Hoy lo vi, y mi corazón dio un vuelco. Volví a sentirme feliz.
Supongo que a veces necesitas un detalle así para no olvidar que luchar por lo que amas, aunque pueda ser una tarea ardua y difícil, tiene recompensa.
Gracias, vecino, por recordarme tu mensaje.


¡Nos vamos de excursión! Hoy: Chóvar


Al fin, después de tres semanas posponiéndolo una y otra vez por razones de diversa índole, lo conseguimos: pusimos rumbo a Chóvar. 
Es uno de mis enclaves favoritos de la Comunidad Valenciana.
Es hermoso, y está repleto de alcornoques (Quercus suber L)...



... tiene una vegetación exuberante, y cientos de alcornoques...


... los juegos de luces son mágicos entre los alcornoques...


... la roca es silícea (y por tanto de pH ácido), lo que permite el crecimiento de especies que no pueden vivir en el resto de esta tierra eminentemente básica. Además, por el tipo de piedra se esculpen formaciones curiosas como las que veremos más adelante. También se forman laderas de desprendimiento. Y sí, entre las rocas, hay alcornoques.


¿He dicho ya que hay alcornoques? 
Lo siento, es que me emociono. ¡¡¡Amo estos árboles!!! Son mágicos, espléndidos, hermosos y dan de comer a cientos de familias con su corcho, que es a su vez una de las adaptaciones contra el fuego y la desecación más fascinantes que he visto nunca. 


También hay otra vegetación. Preguntad, si no, a este helecho que se recorta contra la pared iluminada.



Seguimos con la ascensión. Las vistas son espectaculares, las formaciones espléndidas. De repente, alguien se detiene. ¡Mirad! ¡Es la cara de Darth Vader!
Y el grupo se detiene a reflexionar si tiene parecido, o no, con el famoso villano de Star Wars, mientras el sol asciende y nos calienta poco a poco en esta fría mañana de invierno.




Los ojos me hacen chiribitas. ¡Alcornoques hasta donde alcanza la vista!



Cómo no, no podían faltar mis amadas fotos a los caminos. ¡Ah, la vida y sus senderos, nunca sabes a dónde te llevarán!



Me gusta admirar el juego de luces de las montañas, cómo cambian de color según su lejanía, como si algún pintor hubiese querido poner sobre el paisaje todos los tonos de verdes, azules y marrones habidos y por haber, en una paleta de colores tan grande como el mundo. 


He aquí una sección de alcornoque. Podéis apreciar cómo de grueso es el corcho que produce. En caso de incendio, el corcho protegería la parte viva del tronco, permitiendo así que el árbol sobreviviese. Además, también lo protege de la acción desecadora de algunos vientos. 


En la actualidad el corcho todavía se emplea, y tiene diversos usos; quizá el más conocido sea el de los tapones de corcho (recordad: un buen vino siempre emplea un tapón de corcho, si no es así, quizá el vino no sea tan bueno como te quieren hacer creer). También se emplea en la fabricación de paneles aislantes (térmicos y acústicos), paneles para colgar papeles, en la confección de suelas de zapatos, e incluso en instrumentos musicales. 

¡Eso sí, para conseguirlo debes ser paciente! 
Debes esperar varios años (25 en las mejores zonas, 40 en las peores) para extraer la primera saca. Sin embargo este corcho es de mala calidad, irregular, y se emplea para los belenes y poco más. Se llama bornizo.
De 9 a 15 años después, se vuelve a extraer el corcho. Es el corcho secundario, y aunque mejor que el anterior, tampoco es de buena calidad. Se emplea para producir pavimento.
De 9 a 15 años más tarde, de nuevo en función de la calidad ambiental, se procede a la siguiente saca, que ya produce corcho óptimo. Si el árbol se cuida bien, puede seguir produciendo buenas planchas cada 9-15 años, durante un periodo de 150 años más. 


Buenas vistas, ¿no?


A este todavía le quedan unos añitos para ser recogido, aunque ya se va poniendo hermosote.

El color rojizo de la madera no es natural, se trata de un barniz protector que se le aplica al tronco al extraerse el corcho, para evitar en la medida de lo posible desecaciones y plagas. 


Pasamos mucho tiempo explorando unas minas de mercurio (niños, no hagáis esto en casa), así que comenzó a atardecer y tuvimos que darnos prisa en volver.


Eso sí, los colores de la puesta de sol, inmejorables.






Este embalse marcaba el inicio y el final de la excursión... a la mortecina luz del crepúsculo estaba incluso más hermoso que al salir. 


Recibimos los últimos rayos de luz justo al llegar al coche. ¡Un día estupendo lleno de recuerdos agradables y buenos momentos, digno de recordar!