¡Nos vamos de excursión! Hoy: Chóvar


Al fin, después de tres semanas posponiéndolo una y otra vez por razones de diversa índole, lo conseguimos: pusimos rumbo a Chóvar. 
Es uno de mis enclaves favoritos de la Comunidad Valenciana.
Es hermoso, y está repleto de alcornoques (Quercus suber L)...



... tiene una vegetación exuberante, y cientos de alcornoques...


... los juegos de luces son mágicos entre los alcornoques...


... la roca es silícea (y por tanto de pH ácido), lo que permite el crecimiento de especies que no pueden vivir en el resto de esta tierra eminentemente básica. Además, por el tipo de piedra se esculpen formaciones curiosas como las que veremos más adelante. También se forman laderas de desprendimiento. Y sí, entre las rocas, hay alcornoques.


¿He dicho ya que hay alcornoques? 
Lo siento, es que me emociono. ¡¡¡Amo estos árboles!!! Son mágicos, espléndidos, hermosos y dan de comer a cientos de familias con su corcho, que es a su vez una de las adaptaciones contra el fuego y la desecación más fascinantes que he visto nunca. 


También hay otra vegetación. Preguntad, si no, a este helecho que se recorta contra la pared iluminada.



Seguimos con la ascensión. Las vistas son espectaculares, las formaciones espléndidas. De repente, alguien se detiene. ¡Mirad! ¡Es la cara de Darth Vader!
Y el grupo se detiene a reflexionar si tiene parecido, o no, con el famoso villano de Star Wars, mientras el sol asciende y nos calienta poco a poco en esta fría mañana de invierno.




Los ojos me hacen chiribitas. ¡Alcornoques hasta donde alcanza la vista!



Cómo no, no podían faltar mis amadas fotos a los caminos. ¡Ah, la vida y sus senderos, nunca sabes a dónde te llevarán!



Me gusta admirar el juego de luces de las montañas, cómo cambian de color según su lejanía, como si algún pintor hubiese querido poner sobre el paisaje todos los tonos de verdes, azules y marrones habidos y por haber, en una paleta de colores tan grande como el mundo. 


He aquí una sección de alcornoque. Podéis apreciar cómo de grueso es el corcho que produce. En caso de incendio, el corcho protegería la parte viva del tronco, permitiendo así que el árbol sobreviviese. Además, también lo protege de la acción desecadora de algunos vientos. 


En la actualidad el corcho todavía se emplea, y tiene diversos usos; quizá el más conocido sea el de los tapones de corcho (recordad: un buen vino siempre emplea un tapón de corcho, si no es así, quizá el vino no sea tan bueno como te quieren hacer creer). También se emplea en la fabricación de paneles aislantes (térmicos y acústicos), paneles para colgar papeles, en la confección de suelas de zapatos, e incluso en instrumentos musicales. 

¡Eso sí, para conseguirlo debes ser paciente! 
Debes esperar varios años (25 en las mejores zonas, 40 en las peores) para extraer la primera saca. Sin embargo este corcho es de mala calidad, irregular, y se emplea para los belenes y poco más. Se llama bornizo.
De 9 a 15 años después, se vuelve a extraer el corcho. Es el corcho secundario, y aunque mejor que el anterior, tampoco es de buena calidad. Se emplea para producir pavimento.
De 9 a 15 años más tarde, de nuevo en función de la calidad ambiental, se procede a la siguiente saca, que ya produce corcho óptimo. Si el árbol se cuida bien, puede seguir produciendo buenas planchas cada 9-15 años, durante un periodo de 150 años más. 


Buenas vistas, ¿no?


A este todavía le quedan unos añitos para ser recogido, aunque ya se va poniendo hermosote.

El color rojizo de la madera no es natural, se trata de un barniz protector que se le aplica al tronco al extraerse el corcho, para evitar en la medida de lo posible desecaciones y plagas. 


Pasamos mucho tiempo explorando unas minas de mercurio (niños, no hagáis esto en casa), así que comenzó a atardecer y tuvimos que darnos prisa en volver.


Eso sí, los colores de la puesta de sol, inmejorables.






Este embalse marcaba el inicio y el final de la excursión... a la mortecina luz del crepúsculo estaba incluso más hermoso que al salir. 


Recibimos los últimos rayos de luz justo al llegar al coche. ¡Un día estupendo lleno de recuerdos agradables y buenos momentos, digno de recordar!




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