Sierra de Cazorla, capítulo tres. Fauna, flora y paisajes.


Amanece nuevamente en Cazorla y nos disponemos a vivir otra aventura. 
Desde el primer día habíamos avistado buitres en los montes cercanos. El propietario de la casita rural nos confirmó su presencia, y aún es más: nos explicó cómo acceder a una buitrera. 
El camino no fue fácil, pero después de varios caminos de tierra, maquinaria forestal bloqueando el camino e indicaciones confusas, la encontramos. 


 Estas majestuosas aves todavía se estaban despertando cuando llegamos.



Aquí podéis ver a uno de los buitres extendiendo sus alas al sol. Esto les permite calentarse rápidamente después de una gélida noche, y prepararse para la actividad diaria. 




Las vistas también eran dignas de admirar.


Mientras los buitres seguían con su rutina mañanera, dediqué unas cuantas fotografías a la explosión primaveral que se extendía ante nosotros. 




Un ruido nos sobresaltó, y detuve mi actividad. Dejé a un lado flores y buitres, porque, de repente, teníamos visita. 


Y creo que esta visita tenía muy claro a dónde quería ir.






Observad como lamen las rocas. Las cabras, como otros herbívoros, tienen una dieta muy pobre en sales minerales. Obtienen el complemento que necesitan lamiendo diversos tipos de piedra, como esta. 


La cornamenta no solo sirve para impresionar a la pareja o a los rivales. ¡También puedes rascarte con ella!



En el transcurso de este tiempo, los buitres habían acabado su acicalamiento y ya comenzaban a extender sus alas y volar. 








¡Un momento! Los buitres no son las únicas aves del lugar. ¿Veis al pequeñajo sobre la roca? Se trata de un colirrojo tizón, Phoenicurus ochruros S. G. Gmelin.
¿Os suena el nombre? ¿Sí? ¿No? Bueno, por si acaso os refresco la memoria. Es una avecilla muy apreciada por mí, porque fue uno de estos quién originó la idea del blog. Si vais a la primera entrada, sabréis a qué me refiero.
Esta es la hembra...





... y este el macho. El nombre de la especie viene, como podéis comprobar, por su plumaje.



Una vez finalizada la observación, volvimos al coche, rumbo a nuestro siguiente objetivo. Deseábamos hacer otra ruta. 
A medio camino, sin embargo, nos detuvimos, ante la aparición de este bello gamo, Dama dama L. Todavía tiene el pelaje invernal, así que sus motas características no son visibles. Pero es fácilmente reconocible por su cornamenta palmeada. 










 

Después de esta sesión fotográfica, seguimos nuestro camino. Al fin llegamos. Nuestro destino: la cerrada del Utrero. Un enclave digno de admirar, y del que disfrutamos mucho.Tanto de sus rocas...


... como de sus aves...


... o sus vistas.


Lenguas de agua regaban el entorno.




Algunas cascadas tenían una envergadura impresionante. Como esta. ¡Tres saltos en uno!





Esta planta es una euphorbia, y creo que en concreto se trata de una Euphorbia characias L. Vulgarmente, como muchas otras euphorbias, se denomina lechetrezna, ya que al ser cortada emite un látex que por el color se asemeja a la leche. ¡Cuidado! Suele irritar.



Ya tardaba en aparecer un camino. ¡Son tan poéticos!






 Y aquí un compañero alado que no he logrado identificar.




Nuevamente en el coche, nos encontramos un rebaño de cabras. Aquí, el macho alfa.


Las próximas imágenes corresponden a un gran pantano, conocido como Embalse del Tranco, que creaba un paisaje así de hermoso:






Si no supierais donde hice estas fotos os la podría colar y haceros creer que estaba en los Alpes. Pero yo nunca miento. 


El viaje de vuelta todavía nos deparaba más sorpresas. Como este ciervo, Cervus elaphus L. macho joven. 
Esta fotografía es buena, porque me permitirá explicaros una curiosidad. ¿Veis el dibujo negro que tiene en el trasero, alrededor de la cola? Se conoce como escudo anal, y es una herramienta muy útil a la hora de diferenciar las especies que habitan nuestras tierras.
Por ejemplo, este ejemplar, por ser joven y no estar plenamente desarrollado, podría confundirse con un corzo de gran tamaño. 
Observando el escudo, vemos que el dibujo es negro, lo cual confirma que se trata de un ciervo. En caso de ser un corzo tendría forma de corazón invertido y sería blanco. Y en el caso de un gamo, se asemejaría al del ciervo, pero con unas líneas blancas muy llamativas entorno a la cola. 




Es curiosa esa forma de mirar que tienen. Parece como si te evaluasen para comprobar si eres o no una amenaza para ellos. 








Al final tuvo tiempo para relajarse.


En otra zona nos encontramos con pequeño grupo de ciervos.



Luego, con este macho solitario. ¡Qué hermosura!


Y posteriormente, con este grupo de hembras, acompañadas por sus crías.


También hubo tiempo para relacionarnos con unas cabras, que sinceramente, sabían posar muy bien. Es el don del saber estar: o se tiene, o no se tiene.  


 El atardecer nos sorprendió en el camino de vuelta a Cazorla, y nos dejó imágenes para el recuerdo.




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