BUITRES LEONADOS EN ACCIÓN

Había algo en el ambiente fuera de lo común, y más para alguien que no tiene costumbre de disfrutar de estos espectáculos. Algo que llamaba la atención y erizaba la piel, que fascinaba y que llevaba el olor de la muerte, a partes iguales: una bandada de buitres, dando vueltas en círculo.


No tardamos en descubrir la fuente de todo aquél barullo. En un prado cercano, acotado por un cercado espinoso, yacía un pequeño caballo; de aquéllos tan frecuentes en el Valle del Baztán.

Unos vecinos nos pusieron al día rápidamente. El caballo había fallecido el día anterior. Parece ser que la piel estaba todavía muy dura, y los afilados picos de los buitres tenían problemas para desgarrarla. Aunque, a juzgar por la cantidad que había, no tardarían en dar cuenta del cuerpo.

Al poco tiempo los lugareños se retiraron y tuve la oportunidad de saltar la valla y aproximarme a las aves. ¡No podía desperdiciar una oportunidad como aquélla!

Logré aproximarme a unos 10m de distancia, separada de ellos por un río. Pido disculpas por la calidad de las imágenes, pues llevaba conmigo una vieja y pequeña cámara, con poco zoom; aunque suficiente para hacernos una idea del espectáculo.

Los buitres se batían en duelo, chillando, abriendo las alas de par en par e incluso enzarzándose en peleas cuerpo a cuerpo que duraban unos pocos segundos, todo por hacerse un hueco ante el botín.
Fijaos en su cuello, cubierto de suaves y diminutas plumas. Es una adaptación a su forma de vida; repelen la sangre, de modo que el riesgo de contraer una infección al comer un cadáver disminuye rápidamente.



















Otra curiosidad de esta gran ave, Gyps fulvus, es que son capaces de devorar varios kilos de comida de una sola sentada, pero después de esta proeza no pueden volar, ya que pesan demasiado. Ni siquiera sus más de dos, en ocasiones tres metros de envergadura les sirven para despegar. De modo que ascienden, dando torpes brincos, a lo alto de una colina o un risco, a la espera de que una corriente de aire les permita elevarse... o para descansar tranquilamente.   


Como novedad, añadiré un pequeño vídeo. Si bien la calidad es pésima, nos servirá para hacernos una idea de las peleas y disputas entre estas aves. La verdad, es que en la soledad del valle, con la única compañía del río (y dos amigas bien escondidas) escuchar semejantes graznidos me hizo sentir un poco como en "Jurassic Park".


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