Después de haber escrito hace un par de meses sobre mis peripecias por el Camino de Santiago y por Cazorla, he decidido seguir adelante narrando mis viajes. De este modo no me dejaré en el tintero ninguna foto, porque a veces me da por publicar sobre una planta o un animal y me olvido de las demás.
Como disfruto mucho saliendo los fines de semana, he decidido compartir también estas excursiones: no todo tienen que ser viajes a lo grande; las mañanas en el monte pueden dar tanto de sí como un viaje al otro lado de España.
Otro punto que tiene a favor, es que podéis conocer algunos municipios y sus entornos rurales, de mi tierra valenciana. Es impresionante toda la belleza que alberga, y lo poco que la apreciamos.
Y ya de paso me sirve para ejercitar la memoria, pues soy capaz de olvidar dónde he estado hace un mes por mucho que lo haya disfrutado.
Comenzaré, así pues, por compartir las fotos que hice el domingo pasado en Castelló de Rugat, gracias a las salidas organizadas por la Mancomunitat de la Val d'Albaida.
Nada más aparcar, un estornino (probablemente macho) nos esperaba en el tejado de esta casa, con sus plumas ondeando al viento, como vaticinando un estupendo viaje.
Con sus ojillos entrecerrados y sus plumas volanderas, casi parecía el protagonista de un anuncio de champús.
Esta es una imagen de la ermita del pueblo que pude tomar nada más iniciar la ruta. A la belleza del lugar se le suman las nubes; personalmente me encantan estos días de nubes y claros porque proporcionan unas instantáneas preciosas.
Esta foto me gusta por su contraste, entre el verde-grisáceo y brillante de los olivos, el verde opaco de la vegetación de fondo, el Benicadell en sombras y el cielo azul.
Nos vamos alejando de Castelló...
Y nos internamos entre los huertos, donde, por fin, parece que ha llegado el otoño.
Creo que esta es la foto que más me gustó de todas las que hice esa mañana. Por un lado, los olivos, esos árboles de tronco retorcido (aunque estos lucen jóvenes) que se me antojan los sabios del monte; por otro las nubes, los jinetes del cielo, que todo lo alcanzan y todo lo ven. Y en esta instantánea, ambos titanes alineados.
Más olivos, algo maduros ya, con el Benicadell de fondo.
Ya lo he dicho alguna vez, pero no me importa repetirme: no hay mejor marco para una fotografía que las ramas de un árbol.
Nueva vista del Benicadell, uno de los montes más altos, espectaculares y apreciados de mi tierra.
Existe un viejo refrán que reza: Si al Montgó hi ha xipó, i al Benicadell fa capell, pica espart i fes cordell.
El Montgó es otro grande, a tocar de Dénia i Xàbea. Respectivamente, el xipó i el capell son dos denominaciones para las nubes que se les ponen encima cuando van bajas, cubriendo las cimas. El llauro, agricultor de toda la vida, sabía que esas nubes amenazaban una fuerte tormenta, así que se quedaban en casa picando y trenzando esparto... Se ahorraban así el empaparse, y aprovechaban su tiempo en la fabricación de enseres útiles para el hogar y el trabajo.
Esta fotografía puede que no os diga mucho. Pero, ¿veis esa construcción al fondo, entre los pinos? Es el Castell de Xàtiva, mi pueblo. Simplemente me alegró verlo desde esta óptica.
Y este botoncito tan bonito es, nada más y nada menos, una flor de Globularia alypum L.
Es una típica planta mediterránea, que puede alcanzar tamaños de pequeños arbustos. Es tóxica y produce vómitos, por lo que antaño se usaba como purgante.
Me gustan por su nombre tan gracioso, por su belleza y sobre todo porque florece en los meses fríos, dándole un toque de color a nuestros montes cuando nadie más lo hace.
Crocus autumnale Brot (o Crocus serotinus Salisb.), azafrán silvestre, borde o bastardo.
Aquí tenéis una foto comparativa entre el indómito Benicadell y este otro monte, cuyo nombre desconozco, abancalado hasta la cima. Es un contraste fortísimo.
Y aquí tenéis dos ejemplares de la familia de las Compuestas o Asteráceas. Me es un poco imposible determinar la especie sin ver las hojas, y con el ímpetu del momento olvidé hacerlo. Así que os dejo una curiosidad general de la familia. Lo que veis en casa foto no es una flor, sino muchísimas juntas; cada uno de los botoncitos amarillos es, en sí una flor. Si se extrae y se analiza en detalle, resulta ser que cada uno de ellos es un largo tubo, con sus estambres pegados a la pared, su pistilo y el resto de elementos. Aquello que parecen ser los pétalos blancos, son en realidad un tubo con el lateral exterior modificado, con el nombre de lígula.
Este tipo de agrupación se denomina "inflorescencia en capítulo".
Voy a dejar ya la clase de botánica y os permito disfrutar de las imágenes.
Esta es una imagen que muestra una maquia en todo su esplendor. La maquia es un ecosistema típico mediterráneo, formado por arbustos y árboles cuyo tamaño oscila entre 0,5 y 4m, y con una densidad altísima, casi impenetrable. Estas plantas suelen ser perennes y crecen en lugares con inviernos suaves y veranos poco lluviosos.
El término maquis, guerrilla o resistencia española, de la Guerra Civil, deriva justamente de aquí: muchos maquis se escondían y defendían en las maquias.
Esta imagen es "arte conceptual". En principio, se trata de una roca que me pasaron unos de mis acompañantes, porque "es bonita y seguro que le sacas una buena foto".
Luego me puse a pensar.
Rocas. En principio son eso, rocas, piedras, minerales, todos iguales. ¿Cómo se diferencian? Por su composición interna. Son los distintos elementos y su estructura dentro del mineral lo que les hace distinguirse unos de otros. Se dan resultados como estos, algunas son más bellas y nos gustan más, otras no son tan agradables a la vista.
Lo mismo ocurre con las personas. En esencia somos todos iguales, pero es nuestra "composición interna", nuestra alma por decirlo de alguna forma, lo que nos diferencia entre nosotros y saca a relucir las personas más bellas.
He aquí uno de los mayores espectáculos de la zona: les Pedres Llúcies.
Se trata de una formación rocosa donde no crece vegetación, y cuando llueve, las rocas adquieren un tono brillante, lustroso. De ahí su nombre.
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