¡Nos vamos de excursión! Hoy: la Colaita

El grupo senderista de Catadau (y alrededores) nos prepararon una preciosa excursión a la Colaita. 
Una bellísima montaña que por desgracia sufrió un fuerte incendio en 2012 y aún se recupera de sus heridas.
Sin embargo, y como veréis a continuación, la ausencia de vegetales, aunque triste, nos puede dejar una visión distinta a la que estamos habituados a disfrutar, y no por ello menos bella. Así pues, aquí tenéis, contemplad las formas, ondulaciones y estratos del monte.






Nada más salir, tuvimos la suerte de hallar unas matitas de Globularia alypum L. Esta pequeña planta, que tiene propiedades medicinales como purgante, alegra los inviernos mediterráneos con su bello color morado.  






 Estos esqueletos de lo que otrora fueron pinos son mudos testigos del fuerte incendio.



Sigue la ascensión...


... y nos lleva a paraderos tan singulares como este. Una gran grieta, por la que tranquilamente puede discurrir una docena de personas. Con unas vistas espectaculares al final. 





La roca desnuda también es impresionante.



Aquí es donde ya se empiezan a notar las formas de la montaña: sus curvas, sus crestas, sus hondonadas... No deja de ser curiosa y llamativa esta visión del fluir de la roca, casi parece que se trate de un río petrificado.





¿Haremos cumbre allá arriba?



Esta roca llamó mi atención. Como un menhir natural, se alza sobre todas las demás y domina el paisaje-


Impresionantes las vistas, sobre todo las del cañón tan profundo que queda en segundo plano.



Y estas son las primeras plántulas de Cistus albidus L. De las pocas de su género con flor violeta en vez de blanca. 
Se trata de unas aguerridas plantas que no temen a nada: ni a la sequía, ni a un suelo demasiado básico, ni a la escasez de tierra para crecer, ni al fuego. Son unas colonizadoras natas. De hecho, suelen ser de las primeras especies en aparecer tras un incendio, lo cual explica su abundante presencia, casi tapizando por completo algunas áreas.


Nuevas perspectivas de la sierra.



Este tronco reseco parece clamar al cielo "¡volveré a rebrotar!"


Este terreno tan estrambótico bien podría parecer salido de un libro de fantasía. Pero no es así. Es mejor. Es la hermosa realidad.




Aquí, entre las rocas, este palmito, margalló o Chamaerops humilis L. parece ser el rey. Esta palmera de pequeño tamaño es la única especie nativa de Europa. El resto de las palmeras que todos conocemos han sido importadas, y, aunque son características de nuestro paisaje, muchas presentan problemas para reproducirse y salir adelante sin los pertinentes cuidados.
Sin embargo, el palmito es oriundo de estas tierras, y crece de forma espontánea allá donde el terreno le es propicio (que puede ser casi cualquiera de nuestras tierras siempre que tenga sol, es poco exigente).


Poco más me queda por añadir. Cuando las imágenes son tan bellas no es necesario utilizar las palabras. 








Otra Globularia nos vuelve a sorprender, esta vez casi al final de la ruta.



Y para terminar, esta bella imagen que mi amigo Paco me hizo notar: no hay nada mejor para mostrar la tenacidad de la vida. Cualquier pequeño recodo, cualquier hendidura en la dura roca, es aprovechada para hundir un poco más las raíces y seguir adelante. Y no una, ni dos, son muchas especies las que lo hacen.
Deberíamos tomar nota y aprender. Nuestras raíces deben aferrarse a cualquier hueco, por pequeño que sea, que nos permita ser felices. 


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